Interrumpeme... *Libre*

Sus pies la guiaron hasta un parque memorable… Central Park… un lugar donde el aire se respiraba puro, donde al cerrar los ojos se puede escuchar las aves trinar… el clima de New York es frío a pesar de la estación del año, del cielo comenzaron a caer una lluvia fina… Nadezhda abrió su paraguas, el borde de sus jeans se salpicaban de agua fría, sus botas de lluvia le protegían sus pies y su gabardina negra cubría su cuerpo… el cielo continuaba nublado por lo que se pronosticaba que la lluvia continuaría un rato mas, los habitantes de la ciudad acostumbrados al mal clima no escapaban a su casa como ratones a su ratonera, continuaban con sus vidas como acostumbraban.

Los pensamientos de la joven volaron hasta la noche en la que descubrió la verdad sobre su pasado, no sentía rencor hacía sus padres adoptivos, ellos habían tratado de criarla lo mejor posible, de inmediato recordó que tenía que poner una anuncio para contratar nuevas empleadas, las que actualmente trabajaban en su Bar ya tenían mucho tiempo y empezaban a aburrir, debía remodelarlas, tenía que tener cuidado en las nuevas empleadas, no podía meter a cualquiera… ella se encargaba de la barra principal, adoraba servir bebidas, algunas más exóticas que otras pero siempre con un toque personal, nadie creía que fuese la dueña…

Dejo de llover… guardo su sombrilla y saco un libro para leer… tomo asiento debajo de un gran árbol que dado su follaje mantuvo seco el suelo… Diario de una Ninfómana… un libro que empezaba a enrollarla en un mundo de fantasía… pero que al mismo tiempo se veía reflejada en el mismo. Nadezhda aparentaba ser una persona que le gustaba socializar, su apariencia tranquila inspiraba confianza pero al mismo tiempo muy pocas personas se animaban a hablar con ella…

Otro día, otra lluvia, el clíma en la ciudad se estaba volviendo desastroso...pero a diferencia del anterior, este ha sido más calmado y no duró más que un par de horas de deambular en una "Regadera Improvisada". El Central Park siempre es un hermoso paisaje en la tarde, aunque hoy curiosamente se siente más solitaria de lo usual. Nada más caminé unos metros para darme cuenta de lo casi desierto que está el parque.

Mi cabeza divagaba entre si seguir esperando el momento adecuado para volver a casa o emprender vuelo en el avión más inmediato a salir y reunirme con los demás. Necesitaba despejarme, pero en un parque tan grande, las opciones son poquísimas. Saco mi celular y lo contemplo, pensando en si debo llamar a la familia o no. Estoy harto de estar siempre en medio de si inclinarme hacia el "si" o hacia el "no". Así que decidi senatrme en una banca para relajarme. No había nadie más en el parque salvo una chica que está sentada bajo un árbol leyendo un libro, aunque la verdad me parece curioso que no haya sufrido la inclemencia del clima y pueda disfrutar de su lectura, por lo que me limito a contemplarla a la distancia, mientras mis pensamientos se pierden en mis decisiones personales, como siempre

Nadezhda se encontraba sumergida en un mar de emociones… las mismas que sentía Val al narrar su historia… la sensación de ser vigilada la obliga a alzar la vista encontrándose con la de un hombre de mediana edad que al parecer se divierte mirándola, Nadez le sostiene la mirada… al parecer no se da cuenta de lo que está haciendo. Continua leyendo sin prestarle más atención, lo más seguro es que sea un turista que no sabe donde se encuentra… pero no… su rostro se le figura familiar, sabe que lo ha visto en algún lugar… parece ser como si un foco se hubiese prendido sobre su cabeza: es un miembro de esa familia que tanto mencionan los periódicos…. Aunque por el momento no recuerda el apellido.

El libro se termina y el hombre continua mirándola, sabe que puede obtener muchos beneficios de alguien como él y no es muy común encontrárselos vagando solo por un lugar tan concurrido como lo es el Parque, no sabe como acercársele sin parecer tan obvia, se pone en pie sacándose la gabardina briseada dejando al descubierto una blusa color rojo de manda tres cuartos y escote en V, se sabía hermosa por lo que aprovechaba su cuerpo para conseguir lo que quería, saco un cigarrillo y sin dudarlo se acerco al joven.

- Hola. ¿Tendrás fuego que me regales? – su voz era dulce pero al mismo tiempo firme, sus ojos lo miraban de forma profunda y sus labios se encorvaban en una sonrisa perfecta.

No se porqué no podía dejar de mirar a la chica. Es atractiva no lo niego, pero sentía que cruzaba la línea entre acosador y contemplación, pero con las cosas que andaban en mi cabeza, poco me importaba, sin embargo, las cosas cambiaron cuando ella detecta mi mirada, levemente, pero lo hace. Ella intercalaba sus ojos entre su libro y yo, era un pequeño vaivén que apenas se podía notar pero eso indicaba que estabamos conscientes de la presencia del otro. Al cabo de unos minutos ella se levanta y se acerca hacia donde estoy preguntando si tengo fuego

No suelo fumar mucho, de hecho llevo años que no fumo, pero siempre llevo un encendedor conmigo, nunca se sabe cuándo pueden surgir casos así. Lo crean o no, muchas conversaciones inician con esa pequeña frase de "Tienes fuego", por lo que miro con una leve sonrisa a la señorita para sacar mi encendedor y alumbrarla

- Espero tengas un cigarrillo extra -le dije mientras encendía su cigarrillo pero sin dejar de contemplarla, ahora un poco más cerca